Amor y honor by Cathie Linz

Amor y honor by Cathie Linz

autor:Cathie Linz
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 2002-01-01T20:53:20+00:00


Capítulo 7

-¿ESTÁS segura? -dijo Ben, rodeándole la nuca con su enorme mano. Ellie asintió con la cabeza.

-No lo lamentarás. Te lo prometo.

Ben la abrazó para darle seguridad. Ellie no podía hablar. La emoción la embargaba.

Sí, era una mujer dura e independiente. Pero no era ningún delito tener a alguien que la ayudara.

Cerró los ojos unos segundos intentando recuperar las fuerzas y, al hacerlo, oyó vagamente a Ben informándole a la enfermera de que él se hacía responsable de los costes. Después, la acompañó gentilmente a una esquina tranquila de la sala de espera.

Ellie se puso en pie de un salto cuando el doctor regresó poco después.

-Amy está mejor -dijo-. Pueden verla ya.

Sólo habían sido unos minutos sin tener a su pequeña en brazos, pero a Ellie se le antojaron una eternidad.

-Ve tú. Yo te espero aquí.

-¿Es usted Ben? -preguntó el médico-. Si lo es, creo que a Amy le vendría muy bien verlo. Estaba intentando decir su nombre.

-¿Qué le ha ocurrido? —preguntó Ben mientras el doctor los conducía por un laberinto de pasillos desde urgencias a una sala de consulta.

-El ataque de asma lo ha provocado la congestión del catarro. El asma afecta a las vías respiratorias, éstas están rodeadas por unos músculos y, cuando Amy tiene un ataque de asma, éstos se contraen. Son músculos sobre los que no tenemos control, por eso no sirve de nada pedirle al cliente que se relaje o que se calme. Sólo la medicación hace que se detengan los espasmos y que se vuelvan a abrir las vías respiratorias.

Ben miró a la chiquilla, tan pequeña y tan frágil en la cama del hospital, y lo tranquilizó pensar que Ellie y Amy nunca volverían a estar solas. A partir de entonces él las cuidaría. Pasara lo que pasara.

Porque aquella mujer y su hija habían calado en su alma y se habían convertido en parte de él.

-¡Eh, hermano mayor! ¿Te acuerdas del favor que me debes?

Habían pasado unos días desde que Ellie aceptara convertirse en su esposa, y había llegado el momento de contárselo a su familia.

-No -contestó Striker al otro lado del teléfono móvil.

-Me voy a casar.

-¿Cómo has dicho? Debe de haber alguna interferencia porque, ¡qué gracia!, habría jurado que has dicho que te ibas a casar.

-Exacto. Eso es lo que he dicho.

Striker tenía la habilidad de mantener la calma en casi cualquier situación, y ésa era una de las cosas que más le habían servido durante su servicio en los marines.

-¿Se lo has dicho a mamá y a papá?

-Se me había ocurrido que se lo podías contar tú.

-Mala idea.

-¡Vamos! A ti se te da mejor hablar, y además los astros parecen estar siempre de tu parte. No muchos pueden presumir de haber estado besando a su futura esposa en un sótano mientras que un tornado pasaba por encima de vuestras cabezas.

-Puede que yo sea mejor con las palabras, pero a ti siempre te ha gustado demasiado ser el patrón de los desamparados. Siempre trayéndote a casa perritos abandonados. ¿Se trata de eso? ¿Por eso te casas con esa mujer? ¿Te lo has pensado bien?

-Hice una promesa, Striker.



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